Por
Faber Cuervo
Economista UdeA

Lo dijo Pepe Mujica, presidente de Uruguay, “Chávez es el hombre más generoso que he conocido”. Tal vez, su afirmación contenga –sintéticamente- lo que fue ese gran ser humano, solidario, social, amoroso, con una única preocupación: poner al Estado y a la economía al entero servicio del ser humano. El presidente Chávez cambió radicalmente la manera de pensar de los venezolanos, y por contera, la de los latinoamericanos. 

Contribuyó a elevar la autoestima al dibujar en los imaginarios colectivos un mundo mejor, nos puso a soñar con otros estilos de vida. Chávez descreyó de la supremacía de la civilización capitalista europea; en su lugar optó por Viernes, el aborigen colonizado por Robinson Crusoe (modelo burgués colonizador), tomó partido por el Calibán shakespeariano, por el fascinante espíritu del Tercer Mundo, por el saber ancestral y los pueblos atropellados. Vencedor ante todas las adversidades, menos ante aquella en la que todos seremos siempre derrotados, el presidente Chávez fue coherente con su proyecto de vida individual y colectiva. Puso su descomunal energía, su gran inteligencia, su fervorosa elocuencia, su conocimiento profundo de la historia venezolana y de sus riquezas humanas y naturales, al renacimiento de una nación arrodillada por casi dos siglos a la tiranía de la ambición y la mezquindad de unas élites internas y externas. En sus intensas batallas ideológicas, se consideró un soldado más como cualquier conciudadano suyo; su austeridad y sencillez lo conectaron fluidamente con su gente amada.



Su deceso, fue entonces una pérdida inmensa, no sólo para Latinoamérica, sino para el mundo entero. Encarnó al más genuino científico social que aúna la sensibilidad, el conocimiento, la apropiación de las necesidades urgentes de una nación, la solidaridad, el humanismo, el liderazgo, la gestión, el sacrificio. Estudió a los pensadores sociales y económicos, siempre pensando en seleccionar lo mejor de cada uno de ellos para aplicarlo en el contexto específico de su país. No se sabe con certeza, si Chávez estudió o leyó acerca de la Teoría de las realizaciones humanas del economista de la India y Premio Nobel Amartya Sen, o la Teoría de la Economía descalza del economista chileno y Premio Nobel Alternativo Manfred Max Neef. Lo que sí es real es que diseñó y ejecutó para su país un modelo económico estructurado en gran parte de las ideas de aquellos maestros. Las misiones sociales, paralelas a las funciones del Estado, fueron la punta de lanza de las políticas públicas que contribuyeron -a tono con Sen-, a asegurar a los ciudadanos una mínima dotación para acceder a bienes más importantes como el reconocimiento, la dignidad, el tener un lugar en el mundo, la participación política directa, la humanización. La directriz del presidente Chávez de apartarse de las teorías económicas dogmáticas que practica el capitalismo salvaje imperante, o sea, el crecimiento económico sin límites, la inversión extranjera buena per se, la competitividad que nos enfrenta entre nosotros mismos, la productividad sin racionalidad, etc., recoge las líneas generales del pensador Manfred Max Neef, para quien la economía neoclásica y su derivación –la neoliberal- están destrozando el alma humana y de la naturaleza.


La Revolución Bolivariana logró en 14 años lo que ningún país suramericano pudo hacer hasta hoy: reducir ostensiblemente la pobreza; rescatar la soberanía; alimentar a un pueblo hambriento; llevar  la salud, la educación, la cultura y el deporte, hasta aquellos nacionales que no sabían nada de esto; extender los servicios públicos de agua, electricidad, transporte hasta lugares inaccesibles; asegurar una infraestructura necesaria y eficiente sin usar a los ciudadanos como financiadores finales de los mismos; introducir al sistema de pensiones, seguridad social y vivienda a ancianos que no habían recibido una ayuda en décadas. Los siguientes son apenas una muestra de logros específicos de la Revolución Bolivariana, liderada por Chávez: los metros de Valencia, Maracaibo y los Teques; centrales hidroelétricas de Caruachi y Barinas; la termoeléctrica del Zulia; autopistas, trenes, plantas de cemento, puertos, gasoductos, aviones made in Venezuela, vehículos, televisión satelital; escuelas; colegios y universidades gratuitas en todos los estados; recuperación y entrega de tierras para la agricultura; liberación del país del FMI; comercio con países de todos los continentes; aumento de las reservas internacionales; cosechas inmensas en arroz y maíz; el más alto salario mínimo de América; solidaridad material con países siniestrados; devolución de la vista a miles con la Operación Milagro, independencia de la Fuerza Armada Nacional de la influencia macabra de la Escuela de las Américas; elaboración de los satélites Simón Bolívar y francisco Miranda; disminución de la deuda pública; misiones sociales; rescate de la historia venezolana; saneamientos de ríos e inversión en la protección del medio ambiente; edición de millones de libros gratuitos; creación de 75.000 bibliotecas; desarrollo de la ciencia; Programa de Medicina Integral Comunitaria; Red de Casas de Alimentación; apoyo masivo al deporte; rescate del patrimonio cultural; liberación del espionaje de la DEA; baja de tasas de interés de la banca comercial; cuidado de la energía con bombillos ahorradores; multiplicación de medios alternativos de comunicación.


Los medios empresariales de comunicación (latifundios mediáticos) no reconocen estos logros enormes y titulan en sus diarios catastrofistas: “Chávez deja un país en crisis económica y política”. Sus poderosos dueños (que se lucran del capitalismo salvaje) contactan y contratan “expertos”, politólogos, economistas, analistas, escritores, opinantes, para juzgar el modelo económico y social del gobierno Bolivariano desde las obsoletas categorías que están destruyendo el mundo, es decir, desde el crecimiento económico sin límite alguno que depreda y aumenta el calentamiento global, la inversión extranjera que en su mayoría no es necesaria por voraz, violenta y corruptora; la competitividad que condena a nuestros países a proveer materias primas sin valor agregado, la productividad por la productividad sin pensar en la presión sobre los recursos naturales.


Aúlla la prensa internacional por el camino desviacionista que eligió Chávez con su modelo económico. Como diría el Quijote a Sancho, “si ladran los perros es señal de que avanzamos”; quieren ocultar la vasta inclusión social que ningún presidente anterior había propiciado. Desean, apelando a las más calamitosas desinformaciones, desvirtuar la existencia de otra construcción de sociedad, con otras relaciones sociales y económicas, con otros valores, con controles reales a la ambición de los monopolizadores (los que hablan de las bondades del libre mercado), con otra propuesta de oportunidades educativas, culturales y de capacitación a los jóvenes.


El pensamiento único permitido por el capitalismo salvaje (sálvese quien pueda) agredió desde un principio este camino desviacionista. No hubo un solo día en sus 14 años de recorrido que la prensa creadora de pánico y minoría de edad, no tuviera un titular descalificador contra la Revolución Bolivariana, en cabeza de su inspirador Hugo Chávez. Los argumentos de esa matriz de opinión machacaron que los pobres de un país como Venezuela, para salir de su pobreza, tenían que “competir” con los pobres de otros países (matarnos unos contra otros para sobrevivir); que debían admitir la inversión extranjera a través de sendos TLCs, así como estaba haciendo el gobierno colombiano. Estos argumentos no reparaban en sacar a sus propios ciudadanos de las actividades productivas para comprar lo que estos hacían a productores de otros países a miles de kilómetros de distancia. Esto es cambiar la producción interna y el empleo estable por los precios más “baratos” de productos extranjeros; lo que al mediano plazo se traduce en dependencia a proveedores externos, una cantidad de nacionales desempleados (pensando en sobrevivir como sea) y en la carestía de los bienes porque no hay ingresos para el consumo.


El modelo económico de Chávez no hizo eco a semejantes consejos y eligió la desviación: el proteccionismo y la soberanía. Hizo enormes esfuerzos para diversificar la economía y no depender de la renta petrolera que estimula la importación de mercancías y alimentos. Realizó grandes avances en el sector agropecuario con la creación de inmensas granjas y hatos ganaderos, potenció la capacitación para la producción manufacturera, impulsó la construcción de viviendas con participación de los propios dueños, campañas para instruir sobre la construcción de huertas en las casas, pequeñas herrerías, el trueque, el uso de monedas comunales, el trabajo voluntario, la economía solidaria, la banca popular, los abastos con precios controlados para que los especuladores perdieran la hegemonía sobre los alimentos, a lo que éstos reaccionaron escondiendo productos de primera necesidad, creando el desabastecimiento.


Chávez contribuyó a humanizar su país porque facilitó darle un lugar en el mundo al otro, empezó por reconocer la existencia del excluido, del ninguneado, del que el Estado solo había mirado para llamarlo a prestar servicio militar obligatorio o cobrarle impuestos. El presidente Chávez despertó a Venezuela de una situación de esclavitud, impotencia y resignación; a través de sus programas dominicales “Aló Presidente”, exhortó a los venezolanos a depender de si mismos y no de los otros. Empoderó a las comunidades, las llevó a emprender el proyecto de la dignificación. El venezolano se humanizó más porque comprendió que sí había futuro, que había llegado un Estado que –ahora sí- le ofrecía puentes para acceder a bienes básicos, aprender oficios, educarse, escuchar la buena música de las orquestas juveniles dirigidas por el maestro Gustavo Dudamel, para trabajar la tierra, alfabetizarse e ingresar luego a la Universidad Simón Bolívar, gratuita y transformadora de los conceptos educativos.


Problemas hay en Venezuela como en cualquier otro país suramericano, heredados de regímenes de desidia y corrupción. Pero la Venezuela de hoy no es la misma de antes de Chávez, su modelo de desarrollo alternativo con un carácter humanista, con reformas estructurales (no las que ordena el Consenso de Washington y que enseñan en las facultades de Ciencias Económicas), con una fuerte inversión social (la más alta de América Latina), condujeron a mejorar ostensiblemente el Índice de Desarrollo Humano (IDH), a avanzar hacia un sistema de seguridad social universal, a disminuir la pobreza de un 65 % en 1998 a un 23% en 2009. Según la CEPAL, Venezuela es el país que más ha reducido la desigualdad social en Suramérica, y según la UNESCO, en el 2005 ese país fue declarado territorio libre de analfabetismo. En la era Chávez, la mujer entró a participar en igualdad en el debate y las decisiones de asuntos económicos y sociales, y han sido ellas las que han presidido 4 de los 5 poderes públicos: el legislativo, el electoral, el judicial y el moral.


El Gobierno Bolivariano promovió la integración latinoamericana mediante la creación de diversos organismos regionales: la Alianza Bolivariana para los pueblos de América Latina (ALBA), el Banco del Sur, la UNASUR, la CELAC, la cadena informativa TELESUR. Quizás donde más libertad de prensa existe en América sea en Venezuela; allí, los periódicos y canales de televisión de la oposición tienen supremacía, no se persigue a nadie por sus ideas políticas, los opositores a Chávez controlan algunas gobernaciones y alcaldías. Indudablemente, Chávez hizo importante a Venezuela ante el mundo, la relacionó con Asia, África y Europa. Devolvió la dignidad a su nación, e hizo que los ojos del mundo se posaran no sólo en ella, sino en América Latina.


La vida democrática se expandió con la constante acción del estadista carismático; éste impulsó el liderazgo colectivo y el poder popular, las gentes se motivaron a la politización, al debate, a la reflexión. El nivel de conciencia política creció extraordinariamente en ese país en la última década, proliferan organizaciones juveniles, de mujeres, de campesinos, de trabajadores, de indígenas, de intelectuales. Entre estos últimos se destacan pensadores y estudiosos como Luis Britto García (ensayista y narrador), Nicolás Curiel (padre y madre del teatro venezolano contemporáneo), Rodolfo Santa (actor teatral), Eva Golinger (periodista), el periodismo alternativo de La Agencia Bolivariana de Noticias (ABN) y del portal Aporrea.org. El área cinematográfica de Venezuela ha crecido por el apoyo del gobierno, ha ganado premios internacionales con películas como “Hermanos”, “Habana-eva” y “Taíta Bovés”. 


El director Román Chalbaud ha presentado en España su película “Zamora, tierra y hombres libres”, la cual muestra aspectos de la vida del general Ezequiel Zamora, silenciados en la historia de Venezuela. El modelo de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela ha sido implementado por más de 25 países. Según cifras de la ONU para la educación, la ciencia y la cultura, Venezuela supera a Estados Unidos, Francia, España. Italia, Japón y china. Su tasa de escolaridad en educación universitaria es del 83%; entre 1999 y 2009, cerca de 2 millones 500 mil estudiantes han accesado a la educación universal de calidad.


Chávez es el Mahatma Gandhi latinoamericano, una suma de política y espíritu, con su peculiar estilo del trópico y el llano, alegre, desenfadado, memoria sorprendente, cálido, jocoso, sensible, inspirado, canoroso, irreverente. Como individuos y colectivos, tenemos mucho que aprenderle al comandante Chávez.